Cuando los emperadores Kangxi y Qianlong de la dinastía Qing decidieron escapar del calor abrumador de Beijing, no se fueron a cualquier lugar. Fundaron Chengde y, en su corazón, construyeron la Residencia Imperial de Montaña (Mountain Resort), o mejor conocido como El Palacio Imperial de Verano de Chengde, un refugio que es mucho más que un palacio: es una obra maestra de paisajismo y el jardín imperial más grande de toda China. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, este lugar no es un simple parque con fuentes y flores; es un vasto microcosmos que encapsula la esencia del imperio, con montañas, lagos, llanuras y templos. Había leído sobre su historia, pero nada me preparó para la escala monumental que experimentaría en mi visita.
La construcción de este colosal complejo se extendió a lo largo de 89 años (1703-1792), abarcando los reinados de tres emperadores: Kangxi, Yongzheng y Qianlong. Su creación respondía a una visión geopolítica profunda: aquí, los emperadores Qing recibían a emisarios de Mongolia, Tíbet y otras regiones fronterizas, demostrando su poder a través de la magnificencia arquitectónica y natural. El diseño no fue casual – replicaba los diversos paisajes del imperio, desde las praderas mongolas hasta los jardines Jiangnan, sirviendo como un mapa físico de su dominio. Cada rincón fue meticulosamente planificado para impresionar y para recordar a todos los visitantes la grandeza de la dinastía Qing.
El complejo fue estratégicamente diseñado para incorporar los «Ocho Templos Exteriores» visibles desde su interior, integrando simbólicamente las diferentes culturas del imperio bajo el mandato Qing. Esta armonía entre arquitectura han, tibetana y mongola, junto con el paisaje natural cuidadosamente domesticado, representaba la perfección cosmológica china donde el emperador gobernaba en equilibrio con el cielo y la tierra. La UNESCO lo reconoció precisamente por este valor universal excepcional – como un ejemplo único de integración entre paisaje natural y arquitectura monumental, donde la filosofía política imperial en el Noreste de China se materializaba en piedra, agua y vegetación.

La Expectativa vs. La Realidad: Un «Jardín» de Dimensiones Imperiales
Mi segundo destino en Chengde fue, posiblemente, el más conocido de la ciudad: el Palacio Imperial de Verano. Lo que una persona normal escucha cuando le dicen ‘Palacio de Verano’ o ‘Jardin de Verano’ es probablemente algo parecido a un parque, con fuentes, estatuas, algun que otro templo o casa de té y algunos lugares con flores y arboles. Bueno, este lugar no tiene nada que ver, no solo por las cosas que se pueden ver, sino por el tamaño.
Dentro de este ‘jardin’ hay montañas, lagos, templos, senderos interminables, lugares de descanso, puentes, escaleras y más. Yo decidi ir por la mañana porque sabia que el clima no me iba a acompañar y sumado a eso, fui en Agosto, es decir, vacaciones de verano en China, por ende, sabia que iba a haber una gran cantidad de personas. Imaginense que llegue a las 8am y me fui a las 17hs, todo el dia caminando, mas de 30.000 pasos (si, 30.000).
Pero si que valio la pena!! Me pude perder en los amplios bosques, tomar fotografias de los lagos, los barcos, los senderos, los antiguos puestos de descanso, como también de las antiguas estructuras que funcionaban como bibliotecas, centros de reuniones, dormitorios, entre otros. A su vez, me las ingenie para poder tomar un bus interno que me llevo a la cima de la montaña que se encuentra enfrente del Palacio Putuo, y pude tomar muchas fotos de la increible vista panorámica que ofrecen los jardines, y del tan conocido Pequeño Palacio Potala.


La Experiencia de Visita: Nueve Horas de Exploración Imperial
Decidí abordar esta aventura con la mentalidad de un explorador. Sabía que Agosto en China significaba dos cosas: calor intenso y vacaciones de verano, lo que se traducía en una gran cantidad de visitantes. Mi estrategia fue simple: llegar a la apertura, a las 8:00 am, para ganarle a las multitudes y al sol. Llevaba conmigo un sombrero, protector solar y -lo más importante- zapatos extremadamente cómodos. No era una exageración; estaba a punto de embarcarme en una maratón de patrimonio cultural.
El bus interno fue mi mejor aliado. Después de varias horas de caminar por las zonas llanas alrededor de los lagos, donde pude admirar los pabelliones donde los emperadores leían, meditaban y recibían a sus invitados, supe que debía subir a la montaña. Este servicio, incluido en la entrada, te lleva a la cima de la colina que domina todo el complejo. La recompensa es, sencillamente, una de las vistas panorámicas más espectaculares de China: desde allí, se aprecia la verdadera escala del «jardín» y se obtiene la foto icónica del Pequeño Palacio Potala enmarcado por las montañas de Chengde. Es la perspectiva que tenían los emperadores sobre su dominio, y es absolutamente sobrecogedora.


Más Allá de los 30,000 Pasos
Al final del día, con mis 30,000 pasos en el contador y los pies cansados pero el espíritu renovado, entendí perfectamente por qué este lugar es Patrimonio de la Humanidad. El Mountain Resort de Chengde no es una simple atracción turística; es una lección de historia, arquitectura y filosofía china al aire libre. Es un testimonio de cómo el poder puede moldear la naturaleza para crear belleza y transmitir un mensaje de armonía y control.
Para cualquier viajero que visite el norte de China, saltarse Chengde y su Palacio Imperial de Verano es perderse una de las experiencias más auténticas y profundas que el país ofrece. No es solo visitar un lugar histórico; es caminar por donde caminaron los emperadores, perderse en sus jardines secretos y comprender, en una escala humana, la grandeza de la civilización china.

